Ella nos cuenta como Amy la adoptó y compartió su vida con ella, de una forma bellisima.
Amy ha sido una gran perra y Karina le dió la posibilidad de una nueva vida.
Un abrazo Karina.
copio:
Amy nos dejó el 13 de marzo, tranquila y dulcemente...
Os envío el pequeño homenaje a mi niña que se publicará en un periódico local de Torrent.
Tlf.: 96 1563539
www.protectoratorrent.
AMY
La recogieron vagando por las afueras de Barcelona y fue a parar a una jaula del centro municipal de acogida de animales abandonados.
Aquella mañana entramos al albergue y como siempre, nos dirigimos a la zona de recién llegados para comprobar si había algún caso especialmente urgente que necesitase atención inmediata. Y allí estaba ella, tendida en el fondo del chenil, con signos de extenuación y de no haber comido en semanas. Me acerqué a comprobar su estado: era una pointer blanca con manchas naranjas, mayor, unos 10-11 años, muy desgastada, le faltaba un ojo, seguramente a causa de un perdigonazo y probablemente explotada por algún cazador sin escrúpulos. Miré a Adela y las 2 pensamos lo peor…, pero en cuanto la acaricié, se incorporó y se acercó a mí agradecida, en respuesta a un gesto que tal vez no había recibido nunca.
Fueron varios meses en los que cuidé de ella con amorosa dedicación y en los que ella me fue “ adoptando “ con su bondad, con su fidelidad, con su agradecimiento, con su amistad. No podía dejar de ir al refugio, ella me esperaba.
Por fin, un día decidí que los 38m2 de mi apartamento, compartidos con Yorky y Neula ( también adoptadas ), no iban a ser impedimento para ofrecerle la oportunidad de conocer una vida digna.
Ya en su nuevo hogar, el veterinario aconsejó intervenirla para extirparle 6 tumores ( 1 maligno ) advirtiéndome del riesgo… Pero Amy salió adelante, fue recuperándose y pronto se convirtió en una perra corpulenta y elegante que llamaba la atención por las calles de una ciudad donde los perros de caza no suelen ser demasiado habituales.
Tiempo después nos trasladamos aquí y pudimos disfrutar juntas de una vida más cercana a la naturaleza. Llegaron otras “ compañeras de manada “ y ella siempre las aceptó mansamente; llegaron incluso gatos y Amy supo convivir con respeto.
Pero entre todos, ella era la reina.
Pasó más tiempo del que pensé podría disfrutar de su compañía y un día, mi chica glotona, comenzó a apagarse lentamente. Las pruebas veterinarias no daban señales de nada grave, simplemente la edad, ya casi 16 años. Perdió peso, perdió el apetito, perdió las fuerzas, pero no perdió su dulzura y continuó mirándome afectuosamente con su único ojito… Nos dejó tranquilamente, discreta, sin molestar… esperó a despedirse de mí y con un suspiro sereno y profundo me dijo adiós.
Mi perra preciosa, este es mi pequeño homenaje a tu gran amistad. El mayor lo llevaré siempre en mi corazón.
Karina Jiménez
Protectora Mi Mundo
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