miércoles, 30 de julio de 2008

EL TORO DE LA VEGA


Julio Ortega Fraile
Martes, 29 de julio de 2008

En el Boletín Oficial de Castilla y León se dice que el Patrimonio Cultural de esa Comunidad sirve como testimonio y fuente de conocimiento de la Historia y de la Civilización, que es un deber de los poderes públicos su salvaguarda y difusión para promover y tutelar el acceso a la Cultura, así como velar por su investigación y transmisión a las generaciones futuras. ¿Se refieren con esta declaración de intenciones al cuidado y difusión de su arquitectura? , no. ¿A su gastronomía o bailes?, tampoco. ¿Tal vez a la conservación de los restos de antiguos asentamientos en la zona?, ni mucho menos. La pomposa exposición gubernamental se refiere simplemente a la tortura hasta la muerte. Así es, porque este Manifiesto figura bajo el Epígrafe de: La protección de la tauromaquia popular en la Normativa de Castilla y León, según la Ley 12/2008 del 11 de Julio y se refiere a una tradición sangrienta y repugnante existente en la Ciudad de Tordesillas conocida como El Toro de la Vega. Por cierto, que celebrada desde hace tres siglos, cuando todavía estaba vigente la Santa Inquisición, ha estado prohibida durante varios años, hasta que en 1999 la Junta de Castilla y León, mostrando un alto grado de ideas progresistas, ilustradas y avanzadas acordes con la superación de costumbres del pasado de índole salvaje, legitimó de nuevo este brutal crimen, repito, ayer prohibido y hoy legal de nuevo gracias a la decisión de unos gobernantes a los que no se les cae la cara de vergüenza cuando aseguran ser acérrimos defensores de la libertad, el derecho, la justicia y la igualdad.

Así cada año, la segunda semana de Septiembre, se celebran las Fiestas Mayores de Tordesillas en honor a la Virgen de la Peña y dentro de ellas tiene lugar este acto sanguinario, violento e irracional denominado Toro de la Vega o Toro Alanceado. Por supuesto, cuenta con el beneplácito de la Iglesia Católica, cuya condena de la tortura parece no hacerse extensiva a los animales no humanos. El edificante espectáculo consiste a grandes trazos en lo siguiente: se compra un toro de no menos de 500 Kgs., buena estampa y supuesta fiereza. Se le suelta y recorre diferentes calles de la Población hasta que atraviesa el Puente. En ese punto le espera gente a caballo y a pie, armada con lanzas, que clavarán una y otra vez en el cuerpo del animal hasta que uno de ellos, después de una sangría lenta y espantosa para el toro, le aseste el golpe mortal. Ese “valiente” mozo, como premio a su hazaña, será obsequiado por el Ayuntamiento con una insignia de oro y con una lanza de hierro forjado.

Esta tradición cuenta con todos los preparativos necesarios para poder llevarse a cabo, incluso existe en la Localidad una Escuela de Lanceros a la que también asisten niños. Podríamos denominar su objetivo como “instruir para torturar o educar para matar”, pero en su Página del Patronato del Toro de la Vega dicen al respecto textualmente lo siguiente: “Las instituciones caballerescas tordesillanas perduran desde sus orígenes en quienes hemos heredado su legado, y es deber nuestro formar a quien nos herede desde la infancia, a fin de que desempeñen dignamente las funciones por las cuales se estableció el torneo del Toro de la Vega”. Quiero resaltar la parte en la que dice: “a quien nos herede desde la infancia…”. Poco resta que añadir al hecho de que esta carnicería, se considere digna de ser enseñada y transmitida a los niños, para comprender hasta qué punto el respeto a las diferentes formas de vida y la repulsa de la tortura no forman parte del acervo cultural de los defensores del Toro Alanceado ni existe en ellos interés alguno en trasladar esos valores a sus menores.

En cierto punto de una Ponencia para el Colegio de Lanceros del Patronato del Toro de la Vega de Tordesillas y en lo que a su Defensa Jurídica se refiere, se dicen frases como las siguientes: “El patrimonio etnográfico del Toro de la Vega es el principal testigo de la contribución histórica de los españoles – y por tanto de los tordesillanos -, a la civilización universal y de su capacidad creativa contemporánea…”, o: “las costumbres, como la del Toro de la Vega, como creación espontánea de la convivencia armónica de los miembros de una comunidad, tiene la energía vivificante de lo que ha nacido natura, constituyendo la más auténtica manifestación de libertad y de poder del pueblo…”.

Leyendo tales afirmaciones y otras muchas, que pretenden ofrecer argumentos acerca de lo adecuado, sano, apto, necesario, aceptado, cultural y universal de este crimen ahora legal, yo me pregunto, ¿por qué todos los años en Tordesillas tratan por todos los medios de impedir que las imágenes de la tortura del toro sean fotografiadas o filmadas por personas que ellos consideran extrañas?. Si tan convencidos están de lo idóneo de esta tradición bárbara, ¿por qué utilizan las amenazas y llegan a la agresión con aquellos que siendo para ellos desconocidos, intentan captar un testimonio gráfico de este “entretenimiento” ?.

El Toro Alanceado es una más de las tradiciones brutales que acompañan a numerosos festejos populares en nuestro País, quizás una de las más sangrientas, de las que más tratan de ocultarse a los ojos de los extraños y que más une a los que luchan contra el maltrato a los animales. Existen pretextos que quieren justificarla pero siempre desde ámbitos interesados; desde una Junta y un Ayuntamiento que obtienen sustanciosos beneficios económicos y electorales con su continuidad, hasta una Iglesia rancia que condena el uso del preservativo pero bendice que a un animal se le torture hasta la muerte por diversión, pasando por miles de ciudadanos que han “mamado” desde su infancia esta atrocidad y que algunos por ignorancia y otros por egoísmo consienten y apoyan. También hay personas en Tordesillas que consideran que esto es una costumbre abominable pero la gran mayoría tiene miedo de expresarlo así, pues qué pueden esperar de unos exaltados con los que han de convivir viendo cómo éstos no tienen el menor reparo en utilizar la violencia contra aquellos foráneos que se expresan en contra de esta locura.

Como todos los años, en Septiembre, volverá a tener lugar esta celebración que provoca nauseas, que denigra a la razón, que sacude los sentimientos y hace saltar las lágrimas, de rabia, de impotencia, de dolor, ante el sufrimiento absurdo y estúpido de un toro, ante la tortura prolongada, ante la visión de esas lanzas clavándose en su cuerpo, de las heridas sangrantes por las que poco a poco va perdiendo la fuerza, la vida, ante el ensalzamiento de quien logra asestarle la estocada mortal y todo ello, amparado por una Ley dictada por los que se suponen elegidos para sacarnos del atraso y de la incultura.

A todos los que jamás serían capaces de clavar una lanza en el cuerpo de un toro, a todos los que les revuelve las entrañas saber que esto está ocurriendo, les pido que acudan o al menos apoyen a las personas de distintos colectivos que el 31 de Agosto irán desde diferentes puntos de España a Tordesillas para expresar su rechazo a esta masacre consentida. Y a los que la justifican, les pido que lean los documentados estudios de D. José Enrique Zaldívar, Veterinario, acerca del terrible e inmenso padecimiento físico y psíquico de los toros en este tipo de actos y en las corridas, así como a meditar acerca de la reflexión del escritor D. Juan Adriansens, cuando se pregunta ¿cómo alguien puede disfrutar con la tortura y el sufrimiento de otro ser?. Ante tan contundentes razones fisiológicas y éticas para su abolición, las disculpas de los que defienden la continuidad de esta bestialidad son sólo las excusas de la horda.

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