domingo, 4 de enero de 2009

LAS EMOCIONES DE L@S ANIMALES.

Articulo interesante:


ENTREVISTA A MARC BEKOFF

Doctor en Etología, experto en conducta animal.

  • Emociones de los animales.

Fuente: http://www.canarias7.es

— Usted es uno de los pocos científicos que estudia las emociones de los animales ¿Somos demasiado arrogantes para creer en su complejidad?

— Creo que mucha gente ahora sí cree que los animales tienen emociones, está cambiando muy rápido, pero aún queda cierta gente arrogante que piensa que sólo los humanos las tienen, sí.

— De hecho, ¿no hay un pequeño problema de equilibrio?, hay sitios donde la gente trata a sus mascotas como seres humanos, y las viste incluso, y otros, donde lo hacen como si no fueran ni seres vivos...

— Sí, es verdad. No deberíamos vestirlos, definitivamente, ni tratarlos como personas, sino como los seres que son; en España la situación está bien, pero aún necesita hacer mucho más, como las corridas de toros, que sencillamente deberían estar prohibidas, y se debería tratar algo mejor a los perros y gatos, pero hay mucha gente haciendo cosas buenas.

— ¿Pueden, las mascotas, acabar desarrollando más su inteligencia por convivir con personas?

— Yo soy científico, y la ciencia nos proporciona cada día más información sobre lo inteligentes y emocionales que son los animales, pero no creo que los perros o los gatos sean nunca tan inteligentes como los humanos; no como especie. El hecho de vivir con nosotros hace que sean más listos, de forma individual, digamos. Pero como especie tendría que hacerse una selección no natural, en un laboratorio para que se reprodujeran sólo los más inteligentes, como se ha hecho con los ratones, y entonces sí, se ha conseguido que unos sean notablemente más listos. Pero como biólogo lo que quiero es saber sobre cómo son ellos, cómo es ser, o sentir como un chimpancé, o como un pájaro. Quiero entenderles por quienes son, no como un reflejo de los humanos.

— Muy bien. Y como pájaro o chimpancé o perro ¿cómo sienten?

— Tienen las mismas emociones que nosotros, pero las expresan de otro modo. Pero los animales se enamoran, se ponen felices, o muy tristes, o lamentan la pérdida de un ser querido, celebran un reencuentro....

— ¿Y entienden nuestros sentimientos?

— Sí, las emociones son las que nos permiten comunicarnos entre especies, nosotros los entendemos a ellos y ellos a nosotros. Yo he estado con elefantes salvajes y es muy fácil entenderles. Ellos utilizan el olor, o el sonido, otros sentidos; pueden entendernos oliéndonos, saben si tenemos miedo, por ejemplo, no sólo a través de la vista. Se suele decir que «ver es creer» pero oler o escuchar también es creer.

— Ha estudiado también la moral de los animales ¿Distinguen el bien del mal?

— Si, saben la diferencia; y tienen sentido de la justicia, yo lo llamo ‘justicia salvaje’. Cuando juegan, saben jugar limpio, compartir comida. Aunque tienen su propia personalidad, algunos son más tímidos, otros intentarán hacer trampas, aunque sepan la diferencia eligen, como nosotros, hacerlo bien o mal.

— ¿Y se disculpan?

— Sí, sí se muerden muy fuerte, por ejemplo, a través de su comportamiento expresan que lo sienten, que no era su intención y que mejor ser amigos; y perdonan también. Es muy importante para vivir en grupo, necesitan cooperar.

— ¿El premio y castigo es un buen método para que aprendan lo que está bien o mal en nuestro mundo?

— Deberíamos utilizar solo el refuerzo positivo; el castigo no funciona muy bien. Les hace sentir miedo y pierden la confianza en nosotros. Y la convivencia se basa en la confianza mutua.

— ¿Qué beneficios tiene para el ser humano esa convivencia?

— Vivir con perros, gatos y demás es bueno para ellos y para nosotros. Cuando una persona acaricia a un perro, ambos experimentan un descenso en sus pulsaciones, en su tensión arterial; es relajante o placentero para los dos. Y se nota a nivel físico, no sólo emocional.

Parques para los perros

El próximo pleno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria estudiará, a instancias de un grupo de vecinos, la normativa que prohibe pasear perros por Las Canteras. A este respecto, Beckoff aseguró entender porqué algunas personas no quieren perros cerca, pero culpa a los dueños, y propone como solución que se castigue a quien no recoja los excrementos. «Con esas restricciones los perjudicados son los animales». Y pueden ser felices en la ciudad con muy poco, pero ese poco incluye su comida diaria, mucho cariño y hacer ejercicio. Por eso, también debería haber parques para perros; y los humanos, que aprendan a ser dueños responsables.

La manada de elefantes la cuidó por amistad

Marc Bekoff lleva más de 40 años estudiando el comportamiento animal y viajando alrededor del mundo para, al mismo tiempo, divulgar sus conocimientos «y enseñar a la gente porqué debemos tratar mejor a los animales». ¿Porqué? Pues en primer lugar, dice, «porque existen». Pero también, porque sienten. Porque sufren. «Debemos considerar su punto de vista, y a ellos les gusta ser felices, igual que a nosotros». Por eso, la sola mención de la investigación con animales ensombrece su rostro. Su rechazo a las torturas que padecen los animales de laboratorio es frontal. «Como mucho deberíamos investigar sobre ellos en su hábitat, pero no matarlos de hambre, o drogarlos y meterlos en cajas». Como él mismo señala, los defensores de estas prácticas dicen hacerlo «en nombre de la ciencia», pero según Beckoff, deberían decir «en nombre de los humanos, porque los animales nunca son los beneficiarios». «Y sobre todo, cada vez está más claro que los modelos animales no funcionan». Palabra de científico. Por ejemplo, el mayor centro de investigación sobre la diabetes del mundo, que está en Miami, ha admitido que no son útiles los modelos animales, no se pueden extraer conclusiones importantes. «No son los activistas o los radicales quienes lo dicen», exclama. Tampoco los estudios sobre animales en cautiverio sirven de mucho, «porque están estresados, no reflejan su comportamiento real». Es lo que sucede en los zoológicos, mal sitio, según Beckoff, para que un niño aprenda algo sobre animales salvajes. «Es mucho mejor un vídeo sobre su vida en libertad», recomienda. Porque las especies salvajes sienten igual que las mascotas, claro que sí. Beckoff podría poner mil ejemplos; el primer que le viene a la cabeza es el de una elefanta que conoció en Kenia. Tenía una pata herida, y sólo podía andar despacio, pero no cuidar de sí misma. Sus compañeros lo hicieron por ella durante 15 años; la guiaban y alimentaban. «Por amistad». Por lo mismo que deberíamos hacerlo nosotros.


  • Amor Animal:


“Los animales aman sin dobleces”

Tengo 60 años. Nací en Nueva York y vivo en las Montañas Rocosas.

Soy profesor e investigador en la Universidad de Colorado. Escribo artículos, libros y viajo demasiado. Mi especialidad son los cánidos, investigo sus sentimientos. Estoy casado y cuido a los perros de todos mis vecinos.

Soy de izquierdas. Creo en un bien superior.

Se ha especializado en las emociones y sentimientos de los animales?

-Llevo 40 años estudiando el comportamiento social de los animales, pero cuanto más sé, más me interesan sus sentimientos. Una de mis especialidades es el comportamiento de juego. De hecho, estoy escribiendo un libro sobre la moralidad en los animales.

-¿Los animales saben diferenciar entre el bien y el mal?

-Tienen un sentimiento moral y en ciertas situaciones saben lo que deberían hacer y lo que no, especialmente en el juego. ¿Sabe? Me sorprende que la gente se sorprenda de este hecho. Los animales fabrican herramientas viven en sociedad, tienen normas, amigos preferidos, empatía... Es una simpleza decir que todo eso se debe al instinto.

-¿Hasta dónde llega esa moral animal?

-Cuando juegan, sean perros, gatos, osos, lobos o rapaces, se comunican que van a jugar y, en ese juego, pueden simular que se atacan, que se matan, que se reproducen, pero lo hacen como juego. Nunca traicionan el juego, es decir, no atacan a un congénere cuando han pactado que están jugando.

-¿Cómo se dicen los perros “quiero jugar”?

-Apoyan las patas delanteras en el suelo, mantienen erguidas las traseras y mueven el rabo, esto significa: “¿Quieres jugar conmigo?”. Este comportamiento lo hemos visto en perros, en coyotes, en lobos y en hienas; lo llamamos justicia salvaje y demuestra que estos animales confían el uno en el otro.

-Si se hacen daño, ¿se disculpan?

-Sí, grabamos grupos de animales durante largos periodos y también hemos observado comportamientos de compasión, perdón, capacidad de disculparse, empatía... Comportamientos muy semejantes a los de los humanos.

-¿Existe la traición entre ellos?

- Existe, pero en proporciones mucho menores que entre los humanos. En las especies que viven en grupos es rara la traición porque si un miembro del grupo ve a otro traicionando ya no quieren relacionarse con él, y para ellos es básica la vida social.

-¿Es cierto que los perros ríen?

- Se han hecho estudios neurológicos en los que se observa que a los perros se les activa la misma zona cerebral que a los humanos cuando ríen. Lo expresan con un jadeo y su risa es tan contagiosa como la nuestra: cuando un perro jadea, los de alrededor también lo hacen.

-¿Se enamoran?

-Absolutamente, sí. Tengo un grupo de zorros en observación, y precisamente ayer mostré una película en la que se ve todo el proceso de enamoramiento, cómo un pareja duerme entrelazada, viajan juntos, comen juntos y se tratan con mucho mimo. Es muy arrogante por parte de los humanos pensar que sólo ellos pueden sentir amor.

-¿Es otro tipo de amor?

- Los cánidos expresan mucho mejor sus emociones profundas. En general expresan mejor la tristeza y la felicidad porque son más abiertos, no tienen prejuicios y no se reprimen. Son libres de expresar sus sentimientos. Entre ellos se sostienen la mirada, buscan en los ojos del otro.

-¿Tienen intuición?

-Sí, perciben si el otro está abierto o cerrado porque es muy importante para la convivencia en grupo.

-¿Intuyen las intenciones humanas?

-En especial perros y gatos, animales que llevan mucho tiempo conviviendo con nosotros, prevén e intuyen nuestras emociones.

-¿Qué siente el perro por su amo?

-Los perros han evolucionado de los lobos y ven a su guardián como parte de su manada, y creen que tienen que colaborar y hacer las cosas en común como harían los lobos.

-¿También tienen depresiones?

-Sí, ellos lo dan todo y tienen expectativas. Si los abandonas, se les hunde el mundo, has roto los códigos, se sienten confusos y deprimidos. Ese comportamiento se ha estudiado en perros, en gatos y en chimpancés. Todos ellos pueden llegar a morir de pena.

-¿Qué ha aprendido de los animales?

-Que tienen una vida sentimental muy profunda. Son mucho más de lo que se piensa, y no deberían estar encerrados en los zoos ni se deberían hacer experimentos con ellos. Cuanto más te metes en sus mentes, más compasión sientes hacia ellos y hacia los otros humanos, porque ves los sentimientos en estado puro; los animales no tienen dobleces.

-¿Qué episodio vivido con animales le ha conmocionado?

-Cuando mi perro Jethro era joven, un día vi con asombro como sacaba de la boca una bola de pelo y la depositaba en mi mano: era una cría de conejo cuya madre probablemente había sido cazada por un coyote. Se sentó y me miró con una ternura infinita. Yo cogí a la cría y la puse en una caja; Jethro se sentó junta a ella y no se movió de ahí en dos semanas, se había propuesto cuidar del conejo.

-Un perro muy compasivo.

-Podría contarle mil historias similares a ésa. Hay muchos libros con títulos que son variaciones de la vida secreta de los animales, pero los animales son muy públicos, basta mirarlos para entender sus motivos y sus sentimientos. Si usted le da cariño a una vaca, la vaca le corresponderá, y si se lo da a un periquito, también le corresponderá.

-Dicen que no tienen conciencia de muerte.

-Esta demostradísimo que los animales echan de menos al que se va o muere. Se ha estudiado en perros, en elefantes e incluso en ratas. Cuando huelen que un miembro de su grupo familiar ha muerto, muestran comportamientos de duelo, pero eso no significa que entiendan la muerte como lo hacemos nosotros.

Imma Sanchís

Artículo publicado en La Vanguardia el 22 de julio de 2006

http://old.animanaturalis.org

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