lunes, 2 de febrero de 2009

¿PERROS POTENCIALMENTE PELIGROSOS? ES NECESARIA UNA LEY DE HUMAN@S REALMENTE PELIGROS@S.


PERROS POTENCIALMENTE PELIGROSOS VERSUS HUMANOS REALMENTE PELIGROSOS


por Antonio Pozuelos Jiménez de Cisneros, diciembre - 2008



Varias veces se me ha pedido la opinión sobre un tema que, a finales de los 90, se convirtió en noticia para unos y disgusto para otros. La noticia fue que se publicaba la ley en la que se regulaba la tenencia y cría de determinada razas caninas. El disgusto lo pasaron los criadores y dueños de ejemplares catalogados como “potencialmente peligrosos”.

Yo, como criador, no me vi afectado ya que mis perros pertenecían a “raza recomendada” por las cualidades psicofísicas de sus ejemplares. Me refiero al Pastor alemán con cuyos especímenes he convivido desde que tenía uso de razón. Mi opinión no se recabó como criador si no más bien, como estudioso de la convivencia de la especie Canis familiaris con la de Homo sapiens, convivencia que me llevó un tercer ciclo doctoral, en su investigación, amén de cursos de título propio de alguna universidad.

No me definí, en su momento, porque tampoco mi opinión sería oída por los políticos que legislaban. Al parecer, entre los asesores, no se encontraban etólogos especialistas en Etología clínica veterinaria, biólogos genetistas o doctores en comportamiento. Así, fueron presidentes de clubes, criadores, adiestradores, jueces de exposiciones caninas y, por norma, personas cuyo nivel académico no tenía nada que ver con el análisis que nos ocupaba. Ahora, a toro pasado, y por insistencia de alumnos, amigos y criadores quiero exponer unos conceptos que, a mi humilde juicio, debieron pesar en la confección de la ley y en el catálogo de “razas peligrosas”. Evidentemente no servirá para nada excepto para responderles a aquellas personas que, de buena fe, han solicitado mi opinión.

La genética, el aprendizaje y la conducta agresiva.
Para abordar estos conceptos antes debemos aclarar que un animal puede ser peligroso en su conducta defensiva y mostrar agresividad sin necesidad de aprendizaje. Me refiero, como es lógico, a especies precociales en las que esa conducta está presente en su filogenia y cuyos progenitores murieron antes de su nacimiento. Su adaptación no precisa de aprendizaje porque ya vienen preparados para sobrevivir sin él. Una avispa puede ser peligrosa para el humano sin que el pobre animal haya sufrido un proceso de aprendizaje de la conducta defensiva.

Está claro que no es el caso del perro, especie altricial que necesita de numerosos cuidados parentales y el sacrificio de tasa evolutiva en beneficio del aprendizaje. En esta especie, domesticada hace 15.000 años, el aprendizaje aún es un importante factor de adaptación aunque la mayor parte de sus problemas de supervivencia y reproducción se los resolvamos nosotros. Entre lo aprendido y lo heredado, el individuo se adapta al medio y alcanza su propia tasa de aptitud y por tanto, podemos considerar su conducta como una interacción compleja entre genes y medio ambiente.

La conducta agresiva debe ser aprendida y enseñada por los progenitores dentro del bagaje conocido como aprendizaje social. El perro, como especie domesticada, puede aprenderlo de sus progenitores o del humano que lo condiciona aprovechando la capacidad del Canis familiaris para presentar imprinting heterospecífico. De este último concepto podemos deducir que la mayor parte de las veces en las que el perro muestra conducta agresiva, cuando ha sido apartado de sus progenitores a temprana edad, lo hace porque ha sido condicionado para ello.

Para apoyar la afirmación anterior vemos que la conducta tiene una heredabilidad genética no significativamente distinta de cero, es decir, el perro no hereda la conducta de los progenitores excepto en un caso en que sí es significativa; en el factor miedo y ese factor, como sabemos, es el responsable de una agresividad muy peligrosa cuando el animal “entiende” que su supervivencia está en juego. Lo normal, en los demás tipos de agresividad, es que el humano haya manipulado al perro, por acción u omisión, para potenciarla y si esto es así el perro, cualquier raza de perro, puede ser manipulada para convertirse en peligrosa. No se puede descartar el que algunas razas sean más peligrosas que otras en cuanto al ataque a humanos se refiere. Un mastín puede matar a una persona en una sola dentellada mientras un Cocker morderá 10 veces para conseguirlo, pero esto es solo cuestión de potencia corporal y no de agresividad porque, curiosamente, el Cocker tiene más agresiones en su cuenta que el Mastín.

El mal llamado instinto de presa
Hay perros como el American Pit Bull Terrier u otros catalogados como peligrosos, a las que se les ha colgado el Sambenito de “preseros” o con un alto instinto de presa.

Debo recordar a esos “expertos” que no existe tal instinto ya que todos los animales, incluidos nosotros, venimos al mundo con solo dos instintos primarios; el de supervivencia y el de reproducción. Todo lo demás, son conductas más o menos complejas y secundarias que tratan de satisfacer alguno de los factores que conforman esos dos instintos. Así, la presa o el apresamiento, pertenece a la conducta compleja de caza que, a su vez, satisface la necesidad de obtención de recurso incluida en el instinto de supervivencia. Un lobo tiene hambre y esa necesidad desencadena toda la secuencia de caza: deambulación, detección de la presa, rastreo, persecución, apresamiento, muerte, manipulación, ingesta, porteo o enterramiento.

Si tal instinto no existe, es difícil que el perro lo presente desde su nacimiento. Si los animales libres enseñan a sus crías a cazar para satisfacer la necesidad de obtención de recurso, tendremos que pensar que ha sido nuestra mano la implicada en el aprendizaje de esta conducta en perros que apenas reciben cuidados parentales ni aprendizaje social específico.

Es posible que, mediante nuestra temible selección artificial, hayamos seleccionado ejemplares más potentes de mandíbulas para ejercer trabajos puntuales, perros más finos de olfato para ayudarnos a cazar, galgos corredores, Terriers capaces de enfrentarse solos en la madriguera con los colmillos de quien la guarda o diminutos perros de bolsillo. También se podría inferir que en algunas razas hayamos seleccionado ejemplares con más actividad cerebral que otros pero, lo que no podemos asegurar, es que ninguna de ellas venga “preparada” para ejercer la agresividad per se. En todo caso, habremos estimulado en algunos ejemplares esa potencialidad. Nada más.

Razas y perros de pelea
Hay factores comunes en los animales destinados a la pelea y que son seleccionados por aquellos humanos descerebrados que practican esta actividad delictiva y execrable:
- Gran potencia física y mandibular
- Bajo relieve de las partes apresables por el adversario
- Umbral alto de percepción del dolor
- Carácter dominante y territorial
- Tenacidad en la conducta de apresamiento

Aunque existan otros factores, vemos que razas de gran potencia física hay muchísimas, que el relieve se puede manipular mediante cirugía, que perros duros hay más que descalzos, que las razas pequeñas suelen ser más territoriales que las medias y grandes y que la tenacidad, como factor intelectual, no es característica de ninguna de ellas sino más bien del individuo.

Los expertos en estas luchas, buscan perros de esta tipología pero su nefasta experiencia les lleva a utilizar desde Pit Bull hasta Pastores alemanes pasando por mestizos y animales de ninguna raza pero “arreglados” para la pelea.

He visto chuchos de raza desconocida, mezcla de perro y vaya usted a saber, pelear con más ahínco que todo un Rottweiler, Cockers protagonistas de muchos percances en el seno familiar y hasta Dálmatas más peligrosos que un Mastín en supervivencia.

La moda y la raza
A las razas consideradas como peligrosas les ha hecho mucho daño la moda y los grupos sociales que las han tomado por estandarte. Hubo unos años en los que los buenos de los Pitbulls fueron los preferidos de gente sin escrúpulos que los utilizaban para peleas, asaltos o cualquier otra acción delictiva. Entre los individuos de esta raza, como entre las de todas, hay individuos tarados y precisamente estos individuos eran los seleccionados para criar. Pero no olvidemos que también el Pastor alemán ha protagonizado episodios muy desagradables cuando ha sido seleccionado y criado por humanos pertenecientes a esos grupos sociales. Igual que estas dos razas, muchas más han sido desviadas de la selección original para ser utilizadas en funciones más execrables y, sin embargo, no están puestas en el índice.

Los cuchillos grandes y los pequeños son los primeros utensilios que Homo sapiens inventó para aumentar su tasa de aptitud pero eso no quiere decir que eliminando determinada longitud de la hoja, no se lleven a cabo crímenes a diario con el arma “cuchillo”.

Las razas consideradas como peligrosas
Aunque en el cuerpo de la ley se exprese que el peligro lo conlleva el individuo y no la raza, en su desarrollo se contemplan una serie de ellas como potencialmente peligrosas. No estoy de acuerdo, en absoluto, con el catálogo ya que las estadísticas demuestran que no son los individuos de esas razas los que causan más lesiones al humano.

Ese catálogo está ajustado a tendencias de superventas, opiniones de reporteros sin formación comportamental, asesores no cualificados y criadores oportunistas. Desgraciadamente en España no se contempla la figura del criador o del adiestrador como profesión reglada y esto lleva a que cualquiera, pagando unos euros por el afijo, pueda desgraciar una serie de individuos que serán vendidos por sus cualidades físicas sin importar su carácter. Para ellos ni existió Mendel ni tampoco la ciencia que estudia el comportamiento de estos animales. El factor miedo se multiplica y la posibilidad de una agresión aumenta considerablemente, pero no entre los individuos de las “razas malditas” sino entre perros de tallas medias y pequeñas.

Es necesaria la ley de humanos peligrosos
No olvidemos que este inocente animal, fue domesticado para unas funciones muy específicas; aumentar nuestros factores de supervivencia. Su cría se ajustó a unas funciones muy bien definidas; caza, pastoreo, guarda de nuestro recurso y protección de nuestras familias. Comprendo que hace dos siglos se utilizara la forma de cría intuitiva: “perro bueno más perra buena igual a hijos buenos” pero, a estas alturas del siglo XXI, la genética está suficientemente desarrollada para que los criadores la utilicen y se olviden de una vez de sus ingenierías selectivas. Por otro lado, los legisladores deberían haber obligado a los criadores a realizar aquellos estudios que les capacitara no solo para criar individuos “normales” sino para adiestrar perros y asesorar a los ciudadanos antes de que estos se encuentren en su casa, con un verdadero problema.

Si realmente los políticos están tan preocupados por las posibles agresiones de perros supuestamente peligrosos, deberían invertir más en formación, orientación al ciudadano y bienestar animal. Considero que, el eliminar algunas razas, colgarle el sambenito de peligrosas a otras e involucionar nuestra selección artificial no conduce a la protección del ciudadano. También quiero hacer hincapié en el hecho de que millones de perros pueblan los hogares españoles y que esos animales merecen más atención que la simple eliminación racial.

La ley prevé unos centros de capacitación donde el honesto criador, adiestrador y asesor, pueda formarse. Hasta la fecha, no hay una homologación nacional establecida a tal efecto y solo unas pocas comunidades autónomas han tratado tímidamente de instalarla. Es algo así como exigirle al ciudadano que asista a la autoescuela para no conducir sin carné. El problema aparece cuando esa auto escuela no existe, cuando culpamos al coche y eliminamos arbitrariamente los modelos “más peligrosos”.

Si a la clase política se le ocurre regular el mundo del perro, que me avisen. Yo iré el primero a la autoescuela.


AUTOR


Antonio Pozuelos Jiménez de Cisneros
E-mail : pacemvis@gmail.com
Web : AEPE: Asociacion para el Estudio del Perro y su Entorno y www.etologiacanina.net

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