martes, 11 de noviembre de 2008

PERR@S E HIJ@S DE PERRA.

PERROS E HIJOS DE PERRA
> por Arturo Pérez-Reverte
>
> Después de que un pit bull-stadford matase a una mujer en Las Palmas, leí
> varios reportajes sobre perros de presa. Uno es de Francisco Perejil,
> joven escritor de novela negra y tal vez el último gran reportero de
> sucesos de este país, de esos capaces de mezclar sangre con tinta y
> alcohol; un fulano que merecería plomo de linotipias y teclazos de
> Olivetis en vez de oficio aséptico, mingafría y políticamente correcto en
> que algunos han convertido el periodismo, con libros de estilo que dicen
> La Coruña sin ele y becarios que aspiran a ser editorialistas o
> corresponsales en Nueva York.
>
> El reportaje de Perejil contaba cómo criadores sin escrúpulos y
> apostadores clandestinos, alguno de los cuales se anunciaba en revistas
> especializadas y montan sus negocios ante la pasividad criminal de las
> autoridades, organizan peleas de perros. Cuenta Perejil la crueldad de
> entrenamiento, las palizas y vejaciones que les inflingen para
> convertirlos en asesinos; cómo empiezan a probarlos contra otros perros
> desde que son cachorros de cuatro meses y cómo algunos mueren tras
> aguantar peleas de hora y media.
>
> Pero el reportaje, que era estremecedor, no me impresionó en su conjunto
> tanto como la frase del texto: " El perro, si ve que su amo está a su
> lado, lo da todo". Y, bueno. Algunos de ustedes saben que la vida que en
> otro tiempo me tocó vivir abundó a veces en atrocidades. Quiero decir con
> eso que tampoco el arriba firmante es de los que ven un mondongo y dicen
> ay. Tal vez por eso el horror y la barbarie me parecen vinculados a la
> condición humana, y siempre me queda el consuelo de que el hombre, como
> única especie racional, es responsable de su propio exterminio; y que al
> fin y al cabo no tenemos sino lo que nos merecemos, o sea, un mundo de
> mierda para una especie humana de mierda.
>
> Pero resulta que con los animales ya no tengo las cosas tan claras. Con
> los niños también me pasa, pero la pena se me alivia al pensar que los
> pequeños cabroncetes terminarán, casi todos, haciéndose adultos tan
> estúpidos, irresponsables o malvados como sus papis. En cuanto a los
> animales, es distinto. Ellos no tienen la culpa de nada. Desde siempre han
> sido utilizados, comidos y maltratados por el hombre, al que muchos de
> ellos sirvieron con resignación, e incluso con entusiasmo y constancia.
> Nunca fueron verdugos, sino víctimas. Por eso su muerte sí me conmueve, y
> me entristece. Respecto a los perros, nadie que no haya convivido con uno
> de ellos conocerá nunca, a fondo, hasta dónde llegan las palabras de
> generosidad, compañía y lealtad. Nadie que no haya sentido en el brazo un
> hocico húmedo intentando interponerse entre el libro que estás leyendo y
> tú, en demanda de una caricia, o haya contemplado esa noble cabeza
> ladeada, esos ojos grandes, oscuros, fieles, mirar en espera de un gesto o
> una simple palabra, podrá entender del todo lo que me crepitó en las venas
> cuando leí aquellas líneas; eso de que en esas peleas de perros, el
> animal, si su amo está con él, lo da todo.
>
> Cualquiera que conozca a los perros sentirá la misma furia, y el mismo
> asco, y la mala sangra que yo sentí al imaginar a ese perro que sigue a su
> amo, al humano a quien considera un dios y por cuyo cariño es capaz de
> cualquier cosa, de sacrificarse y de morir sólo a cambio de una palabra de
> afecto o de una caricia, hasta un recinto cercado con tablas y lleno de
> gentuza vociferante, de miserables que cambian apuestas entre copa y copa
> mientras sale al foso otro perro acompañado de otro amo. Y allí, en el
> foso, a su lado, con un puro en la boca, oye al dueño decirle: " Vamos,
> Jerry, no me dejes mal, ataca, Jerry, ataca, duro, chaval, no me falles,
> Jerry". Y Jerry, o como diablos se llame, que ha sido entrenado para eso
> desde que era cachorrillo, se lanza a la pelea con el valor de los leales,
> y se hace matar porque su amo lo está mirando. O queda maltrecho,
> destrozado, inválido, y obtiene como premio ser arrastrado afuera y que lo
> rematen de un tiro en la cabeza, o que lo echen, todavía vivo, a un pozo
> con un trozo de hierro atado al cuello. O termina enloquecido, peligroso,
> amarrado a una cadena como guardián de una mina o un oscuro almacén o
> garaje.
>
> Así que hoy quería decirles a ustedes que malditos sean quienes hacen
> posible que todo esto ocurra, y que mal rayo parta a los alcaldes, los
> policías municipales y los guardias civiles y a todos los demás que lo
> saben y lo consienten. Y es que hay chusma infame, gentuza sin conciencia,
> salvajes miserables a quienes sería insultar a los perros llamar hijos de
> perra.
>

2 comentarios:

  1. Dios mio, sin palabras me he quedao!!
    Maravilloso escrito, tengo la piel de gallina y el estomago revuelto, por el asco a esa gentuza y por la rabia que me hierve por las venas.
    Indignante y hasta cuando?

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  2. Difundelo, l@s pobre PPP necesitan ayuda, hay much@s que son un@s buenazos, otr@s como nuestro Tyssen estan un poco idos, pero a l@s de dos patas les pasa lo mismo o yo diria que peor porque l@s de dos patas se supone que son l@s " seres racionales" de este planeta...y mira como se portan y que ejemplo nos dan.

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