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Fuente: http://www.estrelladigital.es/espana/Manifiesto-Ruth-Toeldano-asesino-knino_0_926907351.html
Hace unas semanas, nos sobrecogió un nuevo caso de maltrato a los animales. Pero incluso a quienes estamos resignados a convivir con esa clase de desgracia, por nuestra implicación en la defensa de los derechos de los animales, nos sobrecogió especialmente: porque el torturador de dos pequeños cachorros colgó en Internet un vídeo del martirio al que sometió durante horas a los perritos y porque lo acompañó de un texto en el que explicaba, con escalofriantes detalles, el dolor, el terror y la muerte que les había causado, amenazando además con repetir su nauseabunda hazaña en muchos cachorros más. En el vídeo se veía que uno de los cachorros ya estaba muerto. El otro, a quien el maltratador llamaba Schnauzi, nos miraba desde la pantalla con tal pánico en sus ojos, con tan desesperada inocencia, con una soledad tan injusta que indignó, avergonzó y conmovió miles de corazones, originando una movilización en la Red a la que se han unido personas y organizaciones de todo el mundo para decir NO al maltrato a los animales. El pequeño Schnauzi, que sólo conoció en su corta vida el sadismo de su maltratador y cuya mirada suplicante nos acompañará siempre, se convertía así en indeseado símbolo de la repulsa cada vez mayor de nuestra sociedad contra la crueldad hacia los animales.
Porque, por su horrible crudeza, el caso de Schanuzi ha sido la gota que ha colmado un vaso que ya estaba lleno, demasiado lleno. Pues Schnauzi también es un galgo ahorcado o abandonado a su suerte, y Schnauzi también es el perro que su familia deja tirado en una carretera, y Schanuzi también es un perro que vive permanentemente atado a una cadena, y Schnauzi también es un perro que sufre la violencia doméstica, y Schnauzi también es el perro condenado a vivir en la soledad de un sótano o de una nave industrial, y Schnauzi también es la perra explotada como una máquina de parir cachorros de raza para su venta. Y también es gato, Schnauzi. Schanzuzi es el gato doméstico al que abandonan en un descampado, y Schnauzi es el gato callejero al que envenenan, el gato al que persiguen, el gato al que despellejan, el gato al que queman, el gato al que mutilan, el gatito al que tiran en una bolsa a un contenedor.
Gran parte de estos casos de maltrato se producen porque los maltratadores se amparan en la impunidad, se sienten seguros en la indiferencia que provocan sus actos entre políticos y legisladores, ya que el maltrato y el asesinato de un animal tan sólo tiene una pena de 3 meses a 1 año de cárcel, pena que si el maltratador no tiene antecedentes no cumplirá y se quedará en una simple multa. Pero la sociedad ya no es indiferente. Por eso estamos hoy aquí . Por eso se ha impulsado una recogida de firmas para pedir el endurecimiento de las penas contenidas en el Código Penal. Ya en 2009 se presentaron en el Congreso de los Diputados 1.300.000 firmas solicitando una ley de protección animal, pero los políticos ignoraron el clamor popular aduciendo que esas competencias son autonómicas y no nacionales. Las leyes son distintas en cada Autonomía pero, eso sí, todas coinciden en ser insuficientes, laxas, incompletas. Leyes culpables. Estamos aquí porque solicitamos además la adhesión al Convenio Europeo de Protección de Animales Domésticos, para que nuestros animales gocen de la misma protección que los de el resto de Europa y no seguir siendo una vergüenza. Estamos aquí porque somos la voz de los animales y nos preguntamos por qué este desinterés, por qué esta desidia de la administración: sencillamente, porque las víctimas son animales no humanos. El torturador y asesino de Schnauzi sigue libre, quizás planeando otra atrocidad, quizás ya cometiéndola, quien sabe si en un indefenso perrito, en otro animal o en alguien de nuestra especie.
Por eso somos la voz de Schnauzi y pedimos más contundencia a las fuerzas de seguridad, más sensibilidad a jueces y fiscales, más implicación de las instituciones en la formación de los niños y en la concienciación de los adultos. La ciudadanía lo reclama porque sabe que no seremos una sociedad verdaderamente evolucionada hasta que no entendamos lo que dijo George T. Angell: "A veces me preguntan: ¿Por qué inviertes todo ese tiempo y dinero hablando de la amabilidad para con los animales cuando existe tanta crueldad hacia el hombre?. A lo que yo respondo: Estoy trabajando en las raíces”.
Porque el maltrato a los animales tiene su origen en la cosificación de los individuos de otras especies y también en una falta de empatía, en una falta de respeto a lo diferente, en no tener compasión. Y esa clase de violencia conduce a otra violencia, a la violencia doméstica, a la xenofobia, a la psicopatía. Múltiples informes especializados demuestran que es así. La doctora Núria Querol, médica, bióloga y experta en crueldad hacia los animales, miembro de la Asociación Americana de Criminología, realizó un estudio sobre 50 presos por homicidio, asesinato y violación, y casi un 42% había mostrado crueldad hacia los animales. Por su parte, Robert K. Ressler, ex agente del FBI, afirma que “Los asesinos… muy a menudo, son niños que nunca aprendieron que está mal sacarle los ojos a un cachorro”. Los asesinos del instituto Columbine, Charles Mason, el carnicero de Milwakee, el estrangulador de Boston: todos empezaron agrediendo animales. Henry Lee Lucas, considerado uno de los asesinos en serie más notorios de la criminología, que durante 30 años apuñaló, mutiló y asesinó a mujeres, comenzó su expresión criminal con 13 años capturando pequeños animales y desollándolos vivos por diversión. La familia y los vecinos lo sabían. Pero nadie hizo nada. ¿Por qué? Porque sólo eran animales. El pasado enero tres menores de Tenerife de entre 15 y 17 años crucificaron un conejo, extrajeron los dientes y quemaron a un cerdo vietnamita y amputaron las alas de una veintena de gallinas, entre otras torturas. Pero están tranquilamente en su casa con un simple atestado por robo, maltrato y daños. ¿Por qué? Porque sólo eran animales. En Madrid cuatro adolescentes entraron en una protectora y torturaron, quemaron, mutilaron a cuatro cachorros de gato. Se les ha impuesto como castigo sólo 6 meses de libertad vigilada. ¿Por qué? Porque sus víctimas sólo eran animales.
Pero esos animales tienen capacidad de sentir y de sufrir, y nuestra sociedad no estará suficientemente evolucionada, no será ética hasta que no entienda que merecen compasión, hasta que se reformen unas leyes que son las más atrasadas de Europa en materia de protección animal, hasta que entendamos que lo primero que deberíamos enseñar a nuestros hijos es la empatía, el ponernos en el lugar del otro, por diferente que sea. Exigimos que la crueldad con los animales se considere inadmisible. Exigimos ser escuchados, porque somos la voz de quienes no la tienen.
Pequeño Schnauzi, estamos aquí porque nos has dejado el corazón desgarrado. Habríamos querido para ti una vida de mimos y de carreras al sol, una vida jugando a la pelota, dormitando en un regazo, saboreando alguna golosina, dando infinito amor, que es lo que mejor sabéis hacer los perros, la gran lección que dais a los humanos. Y sólo has conocido un infierno de pánico y dolor. Pero somos tu voz, pequeño Schnauzi. No te olvidaremos, créeme. Y tu inmensa fragilidad se transformará en la enorme fuerza con la que lucharemos para que tu martirio no quede impune, para que tu martirio llegue a tener el único sentido posible: evitar el de otros. Para que el mundo vuelva a ser un lugar que merezca la pena. La pena tan honda que nos has dejado, Schnauzi. “
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