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Fuente: //www.diarioinformacion.com/alicanti/2011/03/28/maltrato-bocajarro/1109576.html
R. A. FRAILE Aparentemente tranquilo, gracias a los calmantes a base de morfina que le llevan administrando toda la semana tras la operación de urgencia a la que fue sometido el pasado lunes, Emilio, un gato color miel de dos años, es la última víctima de las brutales agresiones que están sufriendo felinos domésticos que tienen la mala fortuna de escaparse de los chalets donde habitan junto a sus dueños. La agresión se produjo el pasado domingo en la calle Delicias de la urbanización los Altos de la Huerta, muy cerca del instituto Mutxamel.
El dueño de Emilio, Arberto Ortell, se encuentra muy afectado por lo que ha ocurrido, unos hechos que considera de una gran crueldad que ya ha denunciado en el cuartel de la Guardia Civil de Sant Joan y que espera que tengan consecuencias para el agresor o agresores que, por lo que ha podido indagar, serían reincidentes. La denuncia la interpone por "falta de maltrato o abandono de animales domésticos" pero insiste en que los perdigones que impactan en los gatos podrían hacerlo en personas.
El domingo, detectó que su gato presentaba una herida en la cadera, estaba inapetente y con signos de dolor abdominal, lo que le movió a llevarle al veterinario donde le confirmaron, tras realizarle varias radiografías, que tenía alojado un perdigón en el abdomen.
El proyectil (perdigón) que salió del rifle de aire comprimido que disparó el agresor alcanzó a Emilio en la parte trasera (cadera) y se le alojó en el abdomen. En la trayectoria le perforó el intestino delgado por cinco sitios, lo que le provocó una peritonitis severa de la que tuvo que ser intervenido de urgencia durante dos horas para realizarle las suturas intestinales y un lavado peritoneal, según explica a este diario Juan Griñán, responsable de la clínica JG de Mutxamel en la que empiezan a estar acostumbrados a atender animales que han sido agredidos de diversas formas, a cual más cruel.
"Es raro que no haya un caso como este al mes", asegura Griñán quien considera que estos actos podrían ser achacables a gente joven que se divierte haciendo sufrir a los animales.
No opina lo mismo José Antonio Simón, un vecino de la zona que ha interpuesto hasta tres denuncias por palizas y disparos con perdigones a sus gatos. Asegura que quien comete estos hechos es una única persona y que actúa desde hace tiempo, principalmente por su odio hacia estos animales. Incluso se lo comentó a un amigo suyo que es policía quien le aseguró que él tuvo que dar una gata a unos amigos que vivían en una zona de campo después de que la dispararan varias veces.
Además, José Antonio explica que en una ocasión llegó a escuchar el disparo y cómo inmediatamente su gato entró en el chalé dolorido, lo que le movió a increpar a quien considera que, al menos en ese caso, fue el agresor, algo que negó.
"Cuando veo que se han escapado los busco enseguida para evitarles riesgos". Destaca que también le han denunciado a él por poner comida a una gata y sus crías en un solar cercano a su casa. En cualquier caso, insiste en que ni la Guardia Civil ni la Policía Local han hecho nada por investigar estos hechos tras las denuncias que ha interpuesto.
Ángel, otro residente de la misma zona también tiene experiencias traumáticas con sus mascotas. Cuenta que uno de sus gatos llegó un día "doblado" por la paliza que le habían dado, de la que se pudo recuperar. Ocurrió hace dos o tres años y cuenta que el felino recibió un gran golpe en la cabeza, probablemente con una pala. Cree que los agresores no son de la zona sino que se trata de "cosas de chiquillos", eso sí con graves consecuencias. Reconoce, como sus vecinos, que es difícil tener encerrado a un gato pero asegura que no comprende a quienes pueden hacer daño a animales que en la inmensa mayoría de los casos "son buenos, acostumbrados a vivir en casas que no hacen daño a nadie".
Gastos de cientos de euros
Además de los graves daños físicos que se están infringiendo a estos animales, los dueños también sufren las consecuencias de estas agresiones tanto a nivel afectivo como económico.
Alberto Ortell ha tenido que desembolsar alrededor de 600 euros por la intervención y atención veterinaria que ha recibido su gato durante toda la semana. El viernes, finalmente se lo pudo llevar a casa aunque su recuperación no será total hasta pasado un tiempo.
Por su parte, José Antonio Simón acumula hasta cuatro facturas veterinarias que oscilan entre los 200 y los 400 euros por la asistencia a sus mascotas.
Anzuelos en la comida, raticidas y palizas
El dueño de la clínica veterinaria JG de Mutxamel, Juan Griñán, asegura que la capacidad humana para maltratar a animales es infinita, algo que desgraciadamente él puede constatar a diario y también las daños irreparables que sufren los animales que son víctimas de estos actos delictivos.
Anzuelos escondidos entre comida para que se los traguen gatos que posteriormente tienen que se extraídos, no sin cirugía, intoxicaciones por raticidas o graves heridas provocadas por brutales palizas son algunas de los daños que sufren mascotas en general, aunque son los gatos los que se llevan la peor parte.
El dueño de Emilio, Arberto Ortell, se encuentra muy afectado por lo que ha ocurrido, unos hechos que considera de una gran crueldad que ya ha denunciado en el cuartel de la Guardia Civil de Sant Joan y que espera que tengan consecuencias para el agresor o agresores que, por lo que ha podido indagar, serían reincidentes. La denuncia la interpone por "falta de maltrato o abandono de animales domésticos" pero insiste en que los perdigones que impactan en los gatos podrían hacerlo en personas.
El domingo, detectó que su gato presentaba una herida en la cadera, estaba inapetente y con signos de dolor abdominal, lo que le movió a llevarle al veterinario donde le confirmaron, tras realizarle varias radiografías, que tenía alojado un perdigón en el abdomen.
El proyectil (perdigón) que salió del rifle de aire comprimido que disparó el agresor alcanzó a Emilio en la parte trasera (cadera) y se le alojó en el abdomen. En la trayectoria le perforó el intestino delgado por cinco sitios, lo que le provocó una peritonitis severa de la que tuvo que ser intervenido de urgencia durante dos horas para realizarle las suturas intestinales y un lavado peritoneal, según explica a este diario Juan Griñán, responsable de la clínica JG de Mutxamel en la que empiezan a estar acostumbrados a atender animales que han sido agredidos de diversas formas, a cual más cruel.
"Es raro que no haya un caso como este al mes", asegura Griñán quien considera que estos actos podrían ser achacables a gente joven que se divierte haciendo sufrir a los animales.
No opina lo mismo José Antonio Simón, un vecino de la zona que ha interpuesto hasta tres denuncias por palizas y disparos con perdigones a sus gatos. Asegura que quien comete estos hechos es una única persona y que actúa desde hace tiempo, principalmente por su odio hacia estos animales. Incluso se lo comentó a un amigo suyo que es policía quien le aseguró que él tuvo que dar una gata a unos amigos que vivían en una zona de campo después de que la dispararan varias veces.
Además, José Antonio explica que en una ocasión llegó a escuchar el disparo y cómo inmediatamente su gato entró en el chalé dolorido, lo que le movió a increpar a quien considera que, al menos en ese caso, fue el agresor, algo que negó.
"Cuando veo que se han escapado los busco enseguida para evitarles riesgos". Destaca que también le han denunciado a él por poner comida a una gata y sus crías en un solar cercano a su casa. En cualquier caso, insiste en que ni la Guardia Civil ni la Policía Local han hecho nada por investigar estos hechos tras las denuncias que ha interpuesto.
Ángel, otro residente de la misma zona también tiene experiencias traumáticas con sus mascotas. Cuenta que uno de sus gatos llegó un día "doblado" por la paliza que le habían dado, de la que se pudo recuperar. Ocurrió hace dos o tres años y cuenta que el felino recibió un gran golpe en la cabeza, probablemente con una pala. Cree que los agresores no son de la zona sino que se trata de "cosas de chiquillos", eso sí con graves consecuencias. Reconoce, como sus vecinos, que es difícil tener encerrado a un gato pero asegura que no comprende a quienes pueden hacer daño a animales que en la inmensa mayoría de los casos "son buenos, acostumbrados a vivir en casas que no hacen daño a nadie".
Gastos de cientos de euros
Además de los graves daños físicos que se están infringiendo a estos animales, los dueños también sufren las consecuencias de estas agresiones tanto a nivel afectivo como económico.
Alberto Ortell ha tenido que desembolsar alrededor de 600 euros por la intervención y atención veterinaria que ha recibido su gato durante toda la semana. El viernes, finalmente se lo pudo llevar a casa aunque su recuperación no será total hasta pasado un tiempo.
Por su parte, José Antonio Simón acumula hasta cuatro facturas veterinarias que oscilan entre los 200 y los 400 euros por la asistencia a sus mascotas.
Anzuelos en la comida, raticidas y palizas
El dueño de la clínica veterinaria JG de Mutxamel, Juan Griñán, asegura que la capacidad humana para maltratar a animales es infinita, algo que desgraciadamente él puede constatar a diario y también las daños irreparables que sufren los animales que son víctimas de estos actos delictivos.
Anzuelos escondidos entre comida para que se los traguen gatos que posteriormente tienen que se extraídos, no sin cirugía, intoxicaciones por raticidas o graves heridas provocadas por brutales palizas son algunas de los daños que sufren mascotas en general, aunque son los gatos los que se llevan la peor parte.
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