domingo, 21 de diciembre de 2008

UN ANGEL CON BIGOTES.

Una bonita historia contada por nuestro amigo Rumbo y basada en "hechos reales" como dicen en las pelis.


Hoy os voy a contar una historia con héroe incluido. Resulta que había una vez una pequeña familia que vivía con un gato algo tímido pero bonachón de los pies a la cabeza. Un buen día, la madre estaba en casa con su niña de menos de un mes y el hijo de una vecina al que estaba cuidando. Era temprano cuando llegó el momento de atender a la bebé. La madre entró en el dormitorio, dejando al gato fuera para que no enredase demasiado mientras aseaba y arreglaba a su hija. El gato ya se había acostumbrado a la rutina impuesta por la llegada de la bebé y respetaba con paciencia esos momentos de puertas cerradas. Pero ese día no fue así: desde el otro lado de la puerta la madre podía escuchar los maullidos y golpes del gato. No paraba de arañar y saltar, insistiendo como un desesperado, brincando contra el cristal de la puerta como si le fuera la vida en ello. La madre se asomó a ver lo que ocurría con toda la intención de regañar al inquieto felino pero, al abrir la puerta lo olió: ¡humo! En la habitación de enfrente se había declarado un incendio y el gato estaba tratando de avisarles. Rápidamente, la madre cogió a su bebé y al otro niño y escapó de aquella trampa seguida por su pequeño salvador que, una vez que comprobó que su familia estaba en la calle, se alejó corriendo del peligro, respondiendo a su instinto de supervivencia, y no volvió a aparecer hasta varias horas después, cuando ya los bomberos habían dejado el escenario de nuestro drama...

Debo reconocer que me encanta contar esta historia y que me encanta que me la cuenten, porque para nosotros tiene un significado muy especial. Espero que no creáis que se trata de una historieta más; lo cierto es que lo que os he contado ocurrió en realidad. Fue el 5 de diciembre de 1977 en un pueblo de Murcia. El gato protagonista se llamaba Gato, así, con mayúsculas y estad seguros de que, en vez de tratar de avisar a su humana, podía haber escapado por el patio de la casa, siguiendo la ruta que cada día le permitía recorrer los tejados de los alrededores. Pero el caso es que no lo hizo y, gracias a su valor, consiguió salvar a su humana y a su bebé, sacudiéndose con esta hazaña el sambenito de traicioneros y egoístas que tenemos los gatos allá donde vamos. Yo sé todo esto y lo sé de muy buena tinta, porque la bebé y la madre que fueron salvadas de la asfixia y las llamas no son otras que mi humana y mi abuelita, que nunca han olvidado que aquel frío día de finales de otoño su ángel de la guarda tuvo bigotes y unos enormes ojos verdes.





Fuente:

http://gateraderumbo.blogspot.com/

1 comentario:

  1. Gracias por difundir la historia de nuestra humana, Galga bonita.

    Saludetes gatunos.

    Rumbo y Noa.

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