copio:
En los aledaños de los tórridos meses veraniegos en la península ibérica, cada torito y cada toro tienen las horas contadas. Este proceso social, antiguo, arcaico, llamado fiesta nacional desde que reinaban nuestros monarcas en siglos pasados, que también apoyaban, tenía lugar en donde todavía lo tiene: plazas cerradas el año entero, de alto coste, y subvenciones muy caras a toda la inmensa rémora de ese casi difunto toro y torito, el personal, los subalternos, los alimentos, los favores, la publicidad y los monosabios que limpien rápidamente el rastro desagradable de sangre recién derramada de un ser vivo sano quince minutos antes que mancha de testimonio aún caliente la arena de los alberos en donde un público escaso, escasísimo, casi ausente, manifiesta una muy dudosa pero también irreversible reflexión del milenio: ¿no merece ya cada torito y cada toro otra manera de morir, otra agonía, otro arrastre final...?
Se les ha oído a veterinarios de carrera y premio manifestar que cada toro y cada torito no sufre, no siente dolor, que han nacido para esto, lo bien que han vivido bajo la luna y el sol.
Se les ha escuchado también a los antropomorfistas, a los animalistas, vegetarianos, protectoras de animales y a las urnas, incluidas.
¿Fiesta para los toros o para los toreros?
Pero, como se puede temer, ciertamente, cada torito y cada toro de lidia ya está más cerca de la plaza, festiva o embolado, al borde del bello verano. Este milenio les deberá --ya que no les pedirá perdón-- por lo menos, una irreversible reflexión propia de nuestro tiempo.
María Francisca Ruano **
Cáceres
Fuente:
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=585379
En los aledaños de los tórridos meses veraniegos en la península ibérica, cada torito y cada toro tienen las horas contadas. Este proceso social, antiguo, arcaico, llamado fiesta nacional desde que reinaban nuestros monarcas en siglos pasados, que también apoyaban, tenía lugar en donde todavía lo tiene: plazas cerradas el año entero, de alto coste, y subvenciones muy caras a toda la inmensa rémora de ese casi difunto toro y torito, el personal, los subalternos, los alimentos, los favores, la publicidad y los monosabios que limpien rápidamente el rastro desagradable de sangre recién derramada de un ser vivo sano quince minutos antes que mancha de testimonio aún caliente la arena de los alberos en donde un público escaso, escasísimo, casi ausente, manifiesta una muy dudosa pero también irreversible reflexión del milenio: ¿no merece ya cada torito y cada toro otra manera de morir, otra agonía, otro arrastre final...?
Se les ha oído a veterinarios de carrera y premio manifestar que cada toro y cada torito no sufre, no siente dolor, que han nacido para esto, lo bien que han vivido bajo la luna y el sol.
Se les ha escuchado también a los antropomorfistas, a los animalistas, vegetarianos, protectoras de animales y a las urnas, incluidas.
¿Fiesta para los toros o para los toreros?
Pero, como se puede temer, ciertamente, cada torito y cada toro de lidia ya está más cerca de la plaza, festiva o embolado, al borde del bello verano. Este milenio les deberá --ya que no les pedirá perdón-- por lo menos, una irreversible reflexión propia de nuestro tiempo.
María Francisca Ruano **
Cáceres
Fuente:
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=585379
Tambié echo de menos alusiones hacia los animales. Espero que no se olviden de ellos.
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