Para l@s que piensan que no pasa nada por dejar una gat@ en la calle...que se puede buscar la vida perfectamente...copio:
Artículo escrito por Jordi, el Educador de Gatos, en exclusiva para El Jardinet dels Gats.
Cualquier ser que tenga corazón, es capaz de sentir el dolor y la frustración del abandono. No hace falta ser humano para tener conciencia de la dureza de los elementos, cuando no hay nadie más que tú, sin recursos en un medio hostil. Todo aquello que te daba seguridad ya no existe. No hay referencias ni protección. Estás perdido. Estás en estado de choque. Entonces yo cogería mi móvil, llamaría al 012 de emergencias y vendría un helicóptero a rescatarme. Pim pam, dicho y hecho. Pero los gatos no tienen móvil. Por no tener, no tienen ni derechos en nuestra sociedad. Son, como el resto de animales, circunstanciales dentro de nuestros valores. Y es que deberemos hacernos el cargo de qué le comporta a un gato ser abandonado, ya sea dejándolo tirado en medio del bosque, colgado en alguna cuneta o tirado por la ventana del coche.
Los gatos son animales muy inteligentes que, además, reflexionan mucho sobre todo, tanto de lo que les pasa como de lo que les rodea. En los casos en los que se rescata al gato, los efectos pueden llegar a ser devastadores. Cada día a su suerte, aumentará espectacularmente los efectos secundarios de toda clase, tanto físicos como psicológicos. La bajada brutal de defensas que experimentan por depresión, los convierte en animales muy débiles y frágiles. Son altamente delicados, se rompen muy fácilmente si no han vivido nunca a la calle. Cualquier virus o enfermedad que pase por allí encontrará un huésped con todas las entradas abiertas de par en par.
Por un lado, muchos han perdido toda la confianza en las seres humanos. Quienes quieran recuperar a este gato, deberán estar dispuestos a hacer un trabajo largo y delicado, con muy pocas recompensas ni alegrías durante meses. Días y días escondido bajo la lavadora, el sofá, la cama, cualquier lugar donde nadie le pueda hacer daño. Ni comerá, ni beberá ni visitará la arena. Su cerebro está saturado, bloqueado, roto de arriba abajo. Fácilmente tendrá tendencias agresivas si buscamos el contacto físico, mientras su leyenda de gato malo y traidor crecerá día a día sin remedio. También se puede comportar así con cualquier miembro de la familia, adulto, niño o perro, aunque lo haya conocido antes y aunque nadie le muestre hostilidad. Tampoco sirve de nada abandonarlo a las puertas de una protectora o de un refugio, el caso es el mismo. Él no se sentirá liberado por el hecho de tener inmediatamente un “techo”. El que él valora es el que tenía. Ni sabe ni se plantea que aquel centro es un paso previo para una nueva vida. El efecto es el mismo: he sido abandonado.
No es cierto que los gatos ya se espavilen solos, que cazan y viven bien. Ni siquiera los gatos de colonia lo explicarían si no fuera por la comida que les traen. En ciudad no hay qué comer ni cazar, aunque haya pájaros y ratas (que no se las comen ni prácticamente las cazan). Y en el bosque hay depredadores y cazadores que los matarán tan pronto cómo puedan, aparte de que se ha de aprender a cazar. Y antes de aprender ya has podido morir. Y es que el bosque impone demasiado hacerse un lugar en cuatro días, simplemente no funciona así. Y no es nada extraño ver un gato suicidarse al encontrarse en esta situación. La vida ya no tiene sentido, si todo aquello en lo que creías era una farsa. A aquella gente con la que vivías no les importabas nada, se te han sacado de encima sin miramientos ni remordimientos. Sí, los gatos se dan cuenta de todo esto y de mucho más. Y simplemente, esten dónde esten, aunque hayan sido rescatados por alguien con muy buena voluntad, dejarán de comer esperando la muerte por deshidratación. No importa el que hagas, no importa que le pongan una sonda gástrica que le alimente artificialmente, no importa que lo veles toda la noche, ni que ruegues al cielo, ni que le abraces con todo el que tienes. La sentencia ya ha sido dictada, el mal ya está hecho, no hay vuelta atrás. Morirá en tus brazos sin que puedas hacer nada. Incluso lo sentirás ronronear creyendo que tu esfuerzo empieza a dar resultados. Es su último aliento de vida, agradeciéndote el esfuerzo y el tiempo que le has dedicado. Es el momento de marchar.
No todos los gatos son abandonados, algunos simplemente se pierden o se escapan. Los efectos y la dureza son los mismos. Lo pasará igual de mal que los que fueron expulsados de su casa. Por esto, si realmente quieres a tu gato, ponle el chip identificativo. Quizás esto lo salvará de dar vueltas arriba y abajo y no engordará la lista de gatos a los que se debe encontrar un hogar. Hay mucha gente que cree que su gato no se puede escapar nunca, porque quizás vive en un piso y parece imposible. Pero mucha de esta gente se ha topado de morros con la realidad del accidente. Su gato sin chip ha desaparecido y muy probablemente, nunca jamás lo volverán a ver. El abandono es una gran humillación, una falta de respeto, una puñalada por la espalda, una bofetada con la mano abierta, un gran acto de cobardía, una irresponsabilidad, un acto cruel y muy vil. Detrás del abandono se esconde gente mediocre, cobarde, sin corazón ni valores, auténticos perdedores de la vida que todavía no entienden el significado de palabras como amor, respeto y familia.
La web del Educador de Gatos: http://www.educadordegats.cat
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