Una bonita historia contada por nuestro amigo Rumbo y basada en "hechos reales" como dicen en las pelis.
Hoy os voy a contar una historia con héroe incluido. Resulta que había una vez una pequeña familia que vivía con un gato algo tímido pero bonachón de los pies a la cabeza. Un buen día, la madre estaba en casa con su niña de menos de un mes y el hijo de una vecina al que estaba cuidando. Era temprano cuando llegó el momento de atender a la bebé. La madre entró en el dormitorio, dejando al gato fuera para que no enredase demasiado mientras aseaba y arreglaba a su hija. El gato ya se había acostumbrado a la rutina impuesta por la llegada de la bebé y respetaba con paciencia esos momentos de puertas cerradas. Pero ese día no fue así: desde el otro lado de la puerta la madre podía escuchar los maullidos y golpes del gato. No paraba de arañar y saltar, insistiendo como un desesperado, brincando contra el cristal de la puerta como si le fuera la vida en ello. La madre se asomó a ver lo que ocurría con toda la intención de regañar al inquieto felino pero, al abrir la puerta lo olió: ¡humo! En la habitación de enfrente se había declarado un incendio y el gato estaba tratando de avisarles. Rápidamente, la madre cogió a su bebé y al otro niño y escapó de aquella trampa seguida por su pequeño salvador que, una vez que comprobó que su familia estaba en la calle, se alejó corriendo del peligro, respondiendo a su instinto de supervivencia, y no volvió a aparecer hasta varias horas después, cuando ya los bomberos habían dejado el escenario de nuestro drama...
Hoy os voy a contar una historia con héroe incluido. Resulta que había una vez una pequeña familia que vivía con un gato algo tímido pero bonachón de los pies a la cabeza. Un buen día, la madre estaba en casa con su niña de menos de un mes y el hijo de una vecina al que estaba cuidando. Era temprano cuando llegó el momento de atender a la bebé. La madre entró en el dormitorio, dejando al gato fuera para que no enredase demasiado mientras aseaba y arreglaba a su hija. El gato ya se había acostumbrado a la rutina impuesta por la llegada de la bebé y respetaba con paciencia esos momentos de puertas cerradas. Pero ese día no fue así: desde el otro lado de la puerta la madre podía escuchar los maullidos y golpes del gato. No paraba de arañar y saltar, insistiendo como un desesperado, brincando contra el cristal de la puerta como si le fuera la vida en ello. La madre se asomó a ver lo que ocurría con toda la intención de regañar al inquieto felino pero, al abrir la puerta lo olió: ¡humo! En la habitación de enfrente se había declarado un incendio y el gato estaba tratando de avisarles. Rápidamente, la madre cogió a su bebé y al otro niño y escapó de aquella trampa seguida por su pequeño salvador que, una vez que comprobó que su familia estaba en la calle, se alejó corriendo del peligro, respondiendo a su instinto de supervivencia, y no volvió a aparecer hasta varias horas después, cuando ya los bomberos habían dejado el escenario de nuestro drama...



Fuente:
http://gateraderumbo.blogspot.com/
Gracias por difundir la historia de nuestra humana, Galga bonita.
ResponderEliminarSaludetes gatunos.
Rumbo y Noa.