L@s maltratd@s galg@s españoles ya tienen un embajador en el mundo.
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Sucede que a veces nacen seres  especiales. Seres que tienen la habilidad de despertar grandes  sentimientos a las personas que tienen la suerte de conocerlos y,  sobretodo, que tienen el corazón listo para captarlos.
 Este es el caso de Shoco.
Él nunca lo habría imaginado unos meses  atrás. Era finales de 2010 cuando fue rescatado de un barrio marginal de  Sevilla. Tenía una pata rota, el hocico atado con cinta americana y  llevaba un collar hecho con alambre. Estaba a punto de ser el sparring  de algún otro pobre perro al que entrenaban para peleas. Pero este no es  el destino que la vida le tenía preparado a nuestro amigo Shoco.

Enseguida de ser rescatado lo  trasladamos de Sevilla a Sant Feliu de Guíxols, donde Esther y Alfonso  lo esperaban para abrirle las puertas de su casa de acogida y regalarle  un trozo de su corazón. A pesar de estar apanicado, tardó muy poco en  ganarse también un trozo del corazón del resto de compañeros de Sant  Feliu, y no sólo de ellos sino de muchas personas que no han tenido la  fortuna de conocerlo personalmente.
 En casa de Esther y Alfonso empezó su  recuperación. En primer lugar hubo que vencer a la filaria, el maldito  gusano del corazón. Fue una recuperación lenta y dificultosa, como lo es  siempre que algún perro se enfrenta a esta enfermedad. Pero Shoco  estaba rodeado de cariño y atenciones y afrontó la lucha acompañado.
 Olvidada la filaria hubo que empezar la  recuperación de la pata rota, que requería, al menos, una cirugía y  mucha rehabilitación.
 La vida de Shoco ya no tenía nada que  ver con la de aquel galgo que llegó a principios de diciembre. Su pánico  se transformó en timidez hacia los desconocidos y en desfachatez hacia  los conocidos. Atrás quedaron las miserias para dar paso a la felicidad.

Y así es como se abrió el último  capítulo de la acogida de Shoco. La vida, la caprichosa vida, quiso que  el destino lo cruzara en el camino de César Millán, el encantador de  perros, que tardó segundos en notar ese algo que desprende Shoco. La  conexión fue inmediata.
 La.vida quiso que aquel sparring de perros de pelea se convirtieta en el mayor embajador de los galgos españoles.
 Su partida no fue fácil. Esther y  Alfonso ya se habían hecho a la idea de que aquel galgo que llevaba  nueve meses con ellos no saldría ya de su manada, pero en un inmenso  acto de generosidad, uno de aquellos de los que solamente son capaces  las casas de acogida, decidieron darle a Shoco la oportunidad de hablar  por los miles de perros, ya no sólo galgos, maltratados día tras día en  España, desde el puesto que la familia de Cèsar le ofrecía junto a  Junior y Coco. Con el corazón compulgido le prepararon un equipaje que  además de collares y su mantita incluía muchos buenos recuerdos y un  enorme frasco de cariño, un cariño que nunca se acaba. Como todos los  animales que han vivido en una casa de acogida, Shoco se llevó también  los trocitos de corazones que había tocado durante su estancia.
 El pasado 18 de agosto Esther y Núria  acompañaron a Shoco a encontrarse con su familia y desde allí empezar su  nueva vida de galgo adoptado
 A Shoco le espera una vida llena de  aventuras formando parte de tan famosa manada. En breve èl también será  un recuperador de perros y junto a Junior y Coco dará voz a los perros  maltratados de España y del mundo entero. Y seguirá guardando trocitos  de corazón de millones de personas que, de una forma u otra, tendrän la  oportunidad de conocerlo y escuchar su mensaje.
¡Sé muy feliz, amigo Shoco!
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