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Hoy 16 de abril se celebra el Día Internacional contra la   Esclavitud Infantil. Todavía, en este “moderno” siglo, más de   400 millones de niños entre 4 y 14 años, trabajaban de 12 a 18 horas   diarias en labores inmundas, muy mal remunerados, maltratados por sus   jefes y en ocasiones también por sus familias si no llegan a casa con   “mucha plata” (eso sin entrar en los que son vendidos a las mafias para   dedicarse a prostitución).
 O sea, trabajos en  condiciones de esclavitud. Y a  pesar de los esfuerzos, sigue  aumentando en las zonas más desfavorecidas  de sur, y vuelve a  reaparecer en el norte.
 Es curiosa esta paradoja:
 La actividad de diversas ONGs, los   apadrinamientos y aportaciones que hacemos desde los países ricos, hace   disminuir lentamente el número de los niños que son sometidos a estas   deplorables condiciones.
 Los consumidores de los países ricos,  que buscan productos lo  más barato posible, y el capital que  busca maximizar sus beneficios,  montan sus fábricas en los  países con leyes “más despistadas” en  protección infantil, por lo que  aumenta rápidamente esta esclavitud.
 Los niños que en los países  ricos son los más protegidos por la ley, y  llevan la mejor vida (jugar,  aprender, correr), pasan a formar parte  del eslabón más cruel en los  países necesitados.
 Imaginad cómo vosotros, gente adulta, os  sentís cuando vuestro jefe  os trata mal, imaginad cómo se  sienten unos niños de corta edad,  cuyo único buen trato es una  escasa ración de comida y el derecho a ver  otro amanecer.
 Como  ejemplo os voy a contar resumidamente LA   HISTORIA DE IQBAL MASIH, que fue un niño que consiguió   dejar su trabajo de 15 horas diarias en una fábrica de alfombras para   ser activista contra misma esclavitud infantil que él había sufrido:
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